lunes, 25 de abril de 2011

Donde habite la palabra. Lecturas (4)

ÍTACA
RETORNO DE ODISEO Y DELIRIO DE PENÉLOPE

(Al margen de Caváfis)

José María Camacho Rojo

I

A Ítaca cuando emprendas tu viaje
pide que el camino largo sea,
de peripecias lleno, lleno de experiencias.
A lestrigones y a cíclopes no los temas;
al irascible Posidón, tampoco.
En tu ruta no tropezarás con tales monstruos.
Nunca tendrás en el camino esos encuentros
si tú llegas a ser tú,
la mirada alta, libre el pensamiento,
ignorados los conjuros todos.

II

No.
Ni encontrarás en tu aventura
a lestrigones y a cíclopes
ni al fiero Posidón.
No.
Si tú no los llevas ya en tu corazón.
No.
Si no están ya bajo tu pie.

III

Desea que largo sea el camino.
Que las mañanas estivales muchas sean,
las mañanas que arribar te vean
con gozo y alegría, con ilusión renovada
a puertos que antes ignorabas.



IV

De Fenicia detente en los mercados;
detente.
Adquirir podrás sus bellas mercancías:
madreperlas y nácar, ébano y ámbar,
pluriformes perfumes placenteros.
Acércate;
acude, de Egipto, a sus ciudades.
Y aprende.
Aprende de los sabios.

V

A Ítaca
mantenla siempre en tu memoria.
Volver allí; ahí está tu destino.
Mas no hagas con prisas tu viaje.
Mejor será que dure muchos años,
que, viejo ya, arribes a tu siempre joven isla,
viejo tú. Y rico.
Y, si la encuentras pobre,
no te ha engañado Ítaca.
Sabio, con cuanto habrás ganado en el camino,
sabrás al fin qué significa Ítaca.

VI

Has conocido a Circe
y a Calipso, de lindas trenzas.
Y la sonrisa has cautivado de Nausícaa,
radiante y luminosa,
joven y bella,
la de blancos brazos:
forastero, quien quiera que seas…

VII

Pero no todo lo has ganado.
Sabes ya qué significa Ítaca.
Mas saber también debieras qué significa
de Penélope su amor al mar.
Penélope, iluso Ulises.
Penélope que, como tú,
miraba siempre el mar, la mar del incipiente día,
la mar de tu retorno no cumplido.
Y loca la llamaban.
Y loca la creían.
Mas junto al mar permanecía.
Y, quieta, la mar pernoctaba en sus mejillas,
diferente siempre, siempre la misma.
Y sí. Lo amó. Y la amó la mar. La poseyó.
Y, como bien sabes,
hombre rico en experiencias,
a quien Eros posee
enloquecido queda.